Me voy...
Me espera Yemanya,
la lluvia,
los tambores,
el golpe del agua,
el fuego,
el silencio,
el bosque.
Espero encontrarme un poco.
Me falta esa poesía pura y dura,
que me llena
me parcha el alma
y me altera los sentidos.
El dialéctico enredo de vacíos y absolutos que tengo pintados en la piel que llevo a cuestas... Mezcla de sangres, ritmos y vidas opuestas-combinadas.
Creí haber olvidado ya la absurda y platónica obsesión por una sonrisa ajena, confusa y tremendamente significante...
No obstante, un intoxicante cigarrillo a mediodía tuvo el poder de cambiarlo todo...
Una mirada que me llena y me conmueve, que me satisface precisamente porque me devuelve a una muy recientemente inaugurada parte de mí, que olvidé poco después de descubrir.
¿Qué tanta relevancia adquirieron los tabús y las prohibiciones, como para que sacrifiquemos la estabilidad de ambas vidas, simplemente por correr un riesgo bizarro y mal calculado?
AHORA de Sabina se me vuelve recuerdo, caricias en los pies y ante el escalofrío que me recorre la espalda con besos, no puedo evitar preguntarme: ¿Será meramente la química la que hace que se me confundan las palabras y olvide realmente lo que quiero decir o es que la historia extraña que nos precede, me respalda los mareos?
Mil lunas de sonrisas, caricias y calma, no borraron el deseo de seguir ahí, donde hoy estuve por un breve instante...
Ese espacio que, sin importa donde estemos o quien esté alrededor, nos pertenece sólo a vos y a mí...
El rinconcito de un ave que resultó no ser de paso, y que deja tras de sí un delicioso sabor salado en los besos...
Ese que se llena de murmullos, humo azucarado y caricias con un aire de la crueldad de Alberto Plaza, con la emoción de encontrar piel bajo las sábanas y una sonrisa tras la tensión corporal...
¿Volvimos al inicio?
Espero respuestas...
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