8.15.2009

A mi me da como una desesperación enorme, incómoda y dolorosa. Se me angustian las pestañas por decirle, me duelen los nudillos de las ganas reprimidas de darle un par de cachetadas o algo así. Quiero contarle que ese nivel de melosidad no es normal y que no, que la vida no siempre es color de rosa (aunque el cielo sea definitivamente azul). Me enferma que la muchacha bonita no quiera, no pueda o no entienda que ella debe, que ella (y nadie más) tiene que hacerlo, que no hay otra opción más que matar a esa vieja, para que ella sea pueda ser libre, para que pueda ser feliz en serio, para que se suelte esas trenzas y deje tirada esa sonrisa de palito de dientes (que amo, pero no creo).

Porque ella se lo merece -lo de matar a la vieja primeramente, pero lo de ser libre y feliz también-, pero no lo sabe (o no se atreve a saberlo).


Ella, me temo yo,
no tiene ni la más remota idea,
de todo lo que se merece.