8.10.2009

Me acuerdo, sí claro, me acuerdo clarísimo.
Me acuerdo aquella noche horrenda; la pelea, el desplante y las lágrimas. Y yo, como una mocosa de dos años, llorando en público sin control alguno de mis actos.
Ahí estaban los de siempre, los abrazos, los amigos y la pena ajena. Me tomaste del brazo y dijiste: nos vamos. Recuerdo llegar a casa, el olor del café caliente quemándome los dolores, me envolviste entre brazos y sueños hasta que me quedé dormida, ahí, escondida en tu pecho.
Me desperté (vestida) entre tibias sábanas azules, música de fondo.
Recuerdo clarísimo el color de esa voz, la canción, las manos, el gesto y los besos.

Esa mañana,
-sumada al juego-
es la razón que tengo
para quererte así,
en estos ratos.

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