9.27.2008

I ANIVERSARIO

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Dalton sólo puede hacerme pensar en vos.

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Al despertar: el día, la fecha, el calendario, el reloj y el sonido de la radio… Otra noche sin vos, después de muchas noches iguales, vacías, solitarias... Unas buenas, otras malas; pocas amadas... Muchas noches tuyas, muchas mías… Ninguna nuestra.

Hoy son exactas 365 noches, de esas noches malditas en las que nunca quise creer.

Las cinco de la mañana es la hora de la ceniza en mi ventana, adornada con gotas de lluvia asesina de setiembre.

Finaliza septiembre. Es hora de decirte
lo difícil que ha sido no morir.

Por ejemplo, esta tarde
tengo en las manos grises
libros hermosos que no entiendo,
no podría cantar aunque ha cesado ya la lluvia
y me cae sin motivo el recuerdo
del primer perro a quien amé cuando niño.

Desde ayer que te fuiste
hay humedad y frío hasta en la música.
Cuando yo muera,
sólo recordarán mi júbilo matutino y palpable,
mi bandera sin derecho a cansarse,
la concreta verdad que repartí desde el fuego,
el puño que hice unánime
con el clamor de piedra que exigió la esperanza.

Hace frío sin ti. Cuando yo muera,
cuando yo muera
dirán con buenas intenciones
que no supe llorar.
Ahora llueve de nuevo.
Nunca ha sido tan tarde a las siete menos cuarto
como hoy.

Siento deseos de reír
o de matarme.

El día suda, se agota y finalmente se muere entre las frazadas de la cama que aunque se asusta y llora, todavía respira y siente.
El jazmín nocturno me aliviará las ojeras, el sueño se hará pesado como piedra y compañero de andanzas más felices.

Se acaba el día - mi amor - y hace mucho que no estás.
Y sin embargo, sigo viva y recordé cómo sonreír.

Y, sin embargo, amor, a través de las lágrimas,
yo sabía que al fin iba a quedarme
desnudo en la ribera de la risa.

Aquí,
hoy,
digo:
siempre recordaré tu desnudez entre mis manos,
tu olor a disfrutada madera de sándalo
clavada junto al sol de la mañana;
tu risa de muchacha,
o de arroyo,
o de pájaro;
tus manos largas y amantes
como un lirio traidor a tus antiguos colores;
tu voz,
tus ojos,
lo de abarcable en ti que entre mis pasos
pensaba sostener con las palabras.
Pero ya no habrá tiempo de llorar.
ha terminado
la hora de la ceniza para mi corazón:

Hace frío sin ti,
pero se vive.

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